Detención arbitraria de Mohammed Khatib: una muestra más de represión contra la solidaridad con Palestina
La noche del lunes 21 de abril, Mohammed Khatib —coordinador en Europa de la Red Samidoun de Solidaridad con los Presos Palestinos y destacado activista palestino— fue arrestado en plena calle del centro de Bruselas por la policía belga. Khatib acababa de salir de la manifestación diaria contra el genocidio sionista en Gaza y en toda Palestina ocupada, que tiene lugar cada día a las 19:00 horas frente a la Bolsa de Bruselas.
Durante la protesta, los asistentes notaron que un agente de la policía federal fotografiaba insistentemente a Khatib. Más tarde, al caminar por la ciudad, fue interceptado por la policía local, que utilizó como excusa un supuesto “número de amenaza” asignado a su nombre por una agencia de seguridad del Estado. Con ese pretexto lo detuvieron y lo trasladaron a la comisaría. Este mismo “índice de amenaza” ya ha sido utilizado en otras ocasiones para retener, interrogar o acosar a Khatib durante sus viajes, especialmente al entrar o regresar a Bélgica.
La noticia de su detención movilizó rápidamente a amigos, miembros de la comunidad y defensores de la causa palestina, quienes comenzaron a llamar a la comisaría exigiendo su liberación y preguntando por su estado de salud. Al mismo tiempo, decenas de personas se congregaron frente al recinto policial, ondeando banderas palestinas y coreando: “¡Liberen a nuestro compañero!”. Esta muestra espontánea de solidaridad fue reprimida con violencia por la policía, que incluso persiguió a manifestantes por el centro de la ciudad.
Tras ser trasladado a las instalaciones de la policía federal, y después de horas de espera sin poder ver a su abogado, Mohammed fue finalmente liberado hacia las cinco de la madrugada, hora local.
Esta detención representa un nuevo episodio de acoso estatal contra un líder visible, no solo dentro de Samidoun, sino del movimiento en expansión que denuncia el genocidio en curso contra el pueblo palestino. Khatib es una figura central en la lucha por la justicia en Palestina, por la liberación de los presos políticos y en la resistencia contra el racismo y el fascismo. Ha sido objeto de una represión sistemática, y actualmente enfrenta una amenaza directa: la posible revocación de su estatus de refugiado en Bélgica, país al que llegó desde el campo de refugiados de Ain el-Helweh Libano. Además, se le ha prohibido realizar actividades políticas o hablar públicamente tanto en Suiza —donde enfrenta una prohibición de diez años— como en los Países Bajos, en un intento claro por silenciar su voz y su mensaje.
Este ataque no es un caso aislado. En los últimos meses, especialmente tras el auge del gobierno de extrema derecha “Arizona” en Bélgica, y los informes desde EE. UU. sobre ataques fascistas y deportaciones, la policía belga ha adoptado una actitud cada vez más agresiva y represiva contra el movimiento por la liberación de Palestina. Comunidades árabes, negras y otras históricamente oprimidas también han sido blanco de violencia policial y racismo institucional. Esta represión refleja la creciente hostilidad de muchos países occidentales —como Alemania, Francia y Estados Unidos— hacia quienes se solidarizan con la causa palestina.
Mientras el pueblo palestino y sus aliados se manifiestan diariamente frente a la Bolsa en Bruselas para denunciar el genocidio y exigir justicia, se enfrentan a arrestos arbitrarios, brutalidad policial y todo tipo de represalias. Los jóvenes palestinos han sido particularmente perseguidos, y muchos han reportado insultos racistas y humillaciones por parte de la policía. El 8 de abril, un joven palestino procedente de Gaza fue golpeado y arrestado frente a la embajada israelí en Bélgica, durante una protesta contra la masacre de su familia.
No se puede ser ambiguo: perseguir, reprimir y hostigar a quienes luchan por frenar un genocidio es, en sí mismo, una forma de complicidad. Más allá de los acuerdos militares, el comercio de armas o la cooperación en seguridad, esta represión constituye una responsabilidad moral y legal directa en los crímenes de guerra y de lesa humanidad que el régimen sionista comete contra el pueblo palestino en Gaza y en todo el territorio ocupado.
Desde aquí, rendimos homenaje a todas las personas que alzaron su voz, que llamaron, que se manifestaron, que exigieron la liberación de Mohammed Khatib desde Bruselas y desde todas partes del mundo. Cuando nos organizamos, cuando nos unimos, cuando defendemos a nuestras comunidades, podemos enfrentar la criminalización, resistir la represión y seguir construyendo un movimiento fuerte y solidario por la liberación de Palestina —desde el río hasta el mar— y por el fin del genocidio.
Instamos a todos los solidarios con Palestina a sumarse a las jornadas globales de acción: el 22 de abril, en la huelga mundial por Gaza; el 25 de abril, en el cerco a las embajadas de EE. UU. e Israel para exigir justicia y rendición de cuentas. Y, por supuesto, a seguir participando en las manifestaciones diarias frente a la Bolsa de Bruselas. Cuantos más seamos, más fuerza tendremos contra la represión, y más cerca estaremos de una Palestina libre.
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