Este artículo se vuelve a publicar de El Salto Diario.
Liliana Córdova Kaczerginski (Red Internacional de Judíos Antisionistas – IJAN), Jaldía Abubakra (Movimiento de Mujeres Palestinas – Alkarama) y Daniel Lobato Bellido (Asociación Unadikum de solidaridad con Palestina y Oriente Medio), son integrantes de la Red Samidoun en solidaridad con las presas y presos palestinos.
Contexto
La definición de Israel como un Estado de apartheid comienza a extenderse internacionalmente de forma imparable. En 2009 académicos palestinos y sudafricanos publicaron un informe completo que determinó que Israel estaba cometiendo el crimen de apartheid. El Tribunal Bertrand Russell, con la participación del magistrado emérito del Tribunal Supremo español José Antonio Martín Pallín, sentenció en 2010 que Israel ejerce un sistemático apartheid. También dos ex relatores especiales de la ONU sobre derechos humanos en Palestina llegaron a la misma conclusión: en 2007, John Dugard determinó que Israel comete colonialismo y apartheid. En 2017, Richard Falk y la Comisión de la ONU CESPAO/ESCWA concluyeron que Israel ha establecido un régimen de apartheid que oprime y domina al pueblo palestino en su conjunto. Ante el escándalo por el informe, Israel y EEUU presionaron al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y lograron que eliminase el texto de la web de la ONU. A principios de 2021, B’Tselem, una organización israelí muy prestigiosa en la vigilancia de derechos humanos, publicó un informe que concluye que Israel es un estado de apartheid en una entidad política única entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo. Además, al reconocer que la antigua Palestina histórica en su totalidad es una sola entidad geopolítica gobernada por Tel Aviv, ha desvelado el fraude de la retórica de la “solución de dos Estados”, “mesa de negociación”, etc. que no ayudan al diagnóstico ni a la solución de lo que sucede. Es muy significativo que la Confederación Sindical de CCOO haya asumido la importancia y gravedad de lo que señala el informe de B’tselem, recogiendo en su web de CCOO la noticia junto a la versión traducida del documento. Recientemente, la ONG Human Rights Watch se ha unido a definir a Israel como un régimen de apartheid.
La analogía con Sudáfrica es inmediata, si bien Israel ha sofisticado el conjunto de los mecanismos legales, e intensificado la presión mediática y diplomática para intentar ocultar la segregación. Desde el racismo institucional interno contra los palestinos que son ciudadanos del Estado de Israel (el 21% de su población) con más de 60 leyes de apartheid, hasta la ilimitada represión segregacionista contra los palestinos de los guetos de Cisjordania y Gaza. El primer gueto —Cisjordania— bajo una dictadura militar de intensidad variable y el segundo —Gaza— en régimen de encarcelamiento de máxima seguridad. El último crimen segregacionista del régimen de Israel, a modo de macabro castigo colectivo, ha sido no solo su negativa a vacunar a los 5 millones de palestinos de Gaza y Cisjordania a pesar de estar mandatado por el IV Convenio de Ginebra, sino impedir que las vacunas entrasen en Gaza. En otro extremo diferente de la segregación y la exclusión se encuentran los más de seis millones de refugiadas y refugiados palestinos a los que Israel impide regresar a sus tierras y hogares tras haberlos expulsado, vulnerando doblemente la legalidad internacional.
Junto a esta fotografía del apartheid, que se revela progresiva e inexorablemente incluso a quienes se negaban a mirar, se suma la decisión de la Corte Penal Internacional de investigar a Israel por la comisión de crímenes de guerra contra los palestinos.
En un contexto geopolítico engañoso, que aparenta ser favorable a la impunidad israelí, en realidad se inicia el principio del fin de sus décadas de impunidad en su vulneración de la legalidad internacional y en su desacato a decenas de resoluciones de la ONU, tanto del Consejo de Seguridad como de la Asamblea General. Con el régimen de Pretoria en Sudáfrica hubo un momento crucial a finales de los años 70 en la toma de conciencia mundial. Con Israel también va a llegar, o está llegando ya, a pesar de los burdos esfuerzos del régimen israelí para agitar los fantasmas antijudíos occidentales queriendo vincular el creciente boicot a Israel con el antisemitismo. De la misma forma que el boicot a Sudáfrica del apartheid no era “antiblanco”, sino contra el régimen racista de Pretoria, y obviamente millones de personas “blancas” occidentales apoyaron el boicot, el boicot a Israel no es judeófobo, sino contra el régimen racista de Tel Aviv, y centenares de supervivientes judíos de los campos de concentración nazis apoyan el boicot a Israel, así como decenas de organizaciones internacionales judías.
Histadrut: herramienta de colonización, explotación y segregación de la población indígena palestina
En 1992 la Confederación Sindical de CC OO invitó al responsable de relaciones internacionales de Histadrut a dar a conocer esta organización israelí a la clase trabajadora española. Su artículo apologético fue publicado por CCOO. Entre medias verdades y loas a la mitología supremacista del sionismo —que por definición implica el despojo a los nativos palestinos y su apartheid— también incluía mentiras y llamadas a la vulneración de la legalidad internacional, que en CC OO debieron pasar desapercibidas. Apenas seis años después del reconocimiento de España a Israel, CC OO seguía la inercia institucional de normalización con Israel, sin meditar el trasfondo de las decisiones.
Además, la cuestión de Oriente Medio se convertía en una cuestión de política de Estado y CC OO se acomodaba a ese marco sin planteárselo, cuando lo importante en aquellos años era que en el horizonte se vislumbraban acuerdos entre Israel y la OLP (Madrid y Oslo). Por último, el artículo del dirigente de Histadrut en la revista de CCOO iba en la corriente dominante de que Histadrut era visto fuera de Israel como un sindicato común, equivalente al Congreso de Sindicatos británico, o la AFL/CIO americana, e inclusivo, porque Histadrut siempre llevaba en sus delegaciones un “conveniente” miembro palestino-israelí.
En el imaginario occidental, y en el de CCOO y otros sindicatos españoles, Histadrut pasó a encarnar el progresismo israelí en las relaciones capital-trabajo, y con eso ha sido suficiente, sin profundizar más. En aquel año olímpico, en medio del derrumbe del régimen de apartheid de Pretoria, y a dos años de que Mandela fuese elegido presidente de la nueva Sudáfrica, en CCOO nadie pensaba que Histadrut fuese el equivalente a un sindicato Afrikáner con algún miembro indígena sudafricano.
En 2003, la Secretaría de Política Internacional de CCOO y Paz y Solidaridad editaron un monográfico exhaustivo sobre Trabajo y Sindicalismo en Palestina/Israel, siendo coautor Isaías Barreñada, uno de los mayores expertos sobre Palestina en España. Histadrut fue analizado a fondo, y además de reflejar el apartheid como elemento vertebrador de esta organización, el informe reconoce que Histadrut “desempeñó un papel directo con la ocupación militar israelí” y que se benefició económicamente de ella con su empresa constructora y todo su holding empresarial.
Además, “Histadrut legitimó las actuaciones del gobierno israelí violando el derecho internacional”. También señala que tras la firma de los Acuerdos de Oslo y los subsecuentes acuerdos entre Histadrut y la Federación de Sindicatos Palestinos, Histadrut no cumplió con sus compromisos con los sindicatos palestinos. Entre otros, la devolución de las cuotas retenidas por empresas israelíes a trabajadores palestinos durante 30 años, que durante todas esas décadas enriquecieron a Histadrut. Esa deuda se cifró en los acuerdos en 400 millones de dólares y nunca han sido abonados a los palestinos.
Alianzas internacionales de CC OO e Histadrut
El informe de CC OO señalaba claramente la culpabilidad de Histadrut en el crimen de guerra que supone la obtención de beneficio económico mediante la colaboración y aprovechamiento de una ocupación militar ilegal. Es decir, el documento elaborado al más alto nivel dentro de CC OO exponía claramente que Histadrut estaba implicado en crímenes de guerra de forma inequívoca; pero por alguna razón que se nos escapa, CC OO no tomó ninguna decisión sobre qué hacer con su aliado: CC OO e Histadrut compartieron pertenencia en la CIOSL/ICFTU hasta su disolución en 2006, pasando a ser reemplazada por la CSI/ITUC, Confederación Sindical Internacional —primera organización sindical mundial— donde de nuevo Histadrut y CC OO son aliadas. De igual forma ambas organizaciones unen sus fuerzas en alianzas sindicales sectoriales internacionales, como la Internacional de Servicios Públicos, ISP/PSI, y otras.
Histadrut y la fuerza laboral palestina
El informe no incluía algunos otros elementos relevantes de la historia, organización e ideología de Histadrut, los cuales conviene conocer.
Como señalaba el documento de CC OO, Histadrut no es ni ha sido exactamente un sindicato. No solo porque fue fundador del Partido Laborista o de las milicias paramilitares Haganah, después convertidas en Ejército de Israel, encargadas de expulsar a los nativos palestinos, sino porque fue el segundo empleador más grande de Israel, siendo dueño del principal banco o de más del 25% de la industria, con cientos de miles de asalariados. Tras la privatización de parte de su conglomerado industrial en los años 80 y 90 comenzó su declive “sindical”, aunque a la vez se reforzaba su peso político.
Desde su inicio, en 1920, excluyó a la mano de obra nativa palestina. En 1936 los trabajadores palestinos llevaron a cabo una huelga general por seis meses contra la invasión y colonización extranjera de Palestina, una de las huelgas más largas de la historia del trabajo. Histadrut reemplazó a los trabajadores palestinos en huelga con mano de obra exclusiva judía. Junto a la potencia ocupante británica, Histadrut estableció Tel Aviv como un puerto alternativo a Jaffa, paralizado por la huelga.
Histadrut no sólo segregaba la mano de obra nativa, sino que conceptualmente desestimó la solidaridad entre trabajadores en favor de un exclusivismo etnoreligioso. Destruyó los primeros esfuerzos de grupos de trabajadores palestinos y judíos por un sindicalismo conjunto basado en la verdadera igualdad. Y es que el rol principal de Histadrut no fue la defensa de las condiciones de trabajo sino la colonización de Palestina. Como señaló Golda Meir, era una gran agencia de colonización, haciendo suyas las posiciones del movimiento sionista: trabajo judío, producción judía y consumo judío, con el apartheid y el supremacismo sionista vertebrando su organicidad.
Once años después de la instauración del Estado de Israel por los colonos, en 1959, Histadrut comenzó a admitir a miembros palestinos con ciudadanía israelí (como se indicó antes, el 21% de la población de Israel), confinados en una sección especial de la organización. Por supuesto, esta admisión no ha incluido nunca a los palestinos de los guetos de Gaza y Cisjordania, aunque trabajen en territorio israelí.
Había una razón detrás de esta “apertura” hacia una parte de la mano de obra indígena: en esa fecha Israel accedió a dar servicios sanitarios a los palestinos-israelíes que hasta ese momento carecían de ellos, y esto a su vez forzaba que debían pagar una cuota sindical, es decir, que tenían que afiliarse a Histadrut. No obstante, Histadrut nunca les ha dado empleos en los sectores estratégicos (armamento, petróleo, química, electrónica, aviación, navegación, compañías aéreas, electricidad, gas, telecomunicaciones, etc), porque para acceder a un puesto de trabajo en estas ramas se requiere el servicio militar, y ese quinto de la población de Israel, los palestinos-israelíes, no realizan el servicio militar en el ejército.
Histadrut nunca ha entablado ninguna movilización contra los distintos gobiernos por esta segregación laboral contra los nativos con ciudadanía israelí. Ni por esta, ni por la discriminación que se produce en la administración pública, donde solo el 12% del empleo público es de los palestinos-israelíes, y casi exclusivamente como personal sanitario. Menos del 1% de los cargos ejecutivos de la administración están ocupados por personas palestinas-israelíes, que recordemos, son el 21% de la población de Israel.
Histadrut tampoco confronta la discriminación sistémica laboral y salarial por motivos étnicos en Israel. La remuneración promedio de los trabajadores palestinos con ciudadanía israelí es un 42% inferior a la del resto de israelíes (5.420 shekel mensuales frente a 7.950, datos de 2019). Histadrut tampoco invirtió ni construyó ninguna industria en poblaciones israelíes de mayoría palestina contribuyendo a su empobrecimiento. En 1990, Histadrut aplicó la exigencia de los empresarios de la construcción de que los trabajadores palestinos-israelíes pagaran un impuesto adicional para financiar la formación de los inmigrantes judíos de la ex URSS. Esto significaba que los trabajadores palestinos-israelíes fueron obligados a subsidiar la capacitación laboral de los trabajadores destinados a reemplazarlos.
En este racismo sistémico hay que incluir el lingüístico. Supongamos, como ejemplo, que CCOO de Catalunya no denunciase, ni se movilizase, o se pusiera de perfil ante la represión de empresas en Girona o Barcelona contra trabajadores que hablasen catalán entre ellos, siendo como es el catalán una lengua oficial de Catalunya. Pues exactamente esa es la posición de Histadrut con respecto a los despidos y represión a trabajadores palestinos-israelíes que se comunican entre sí en árabe, siendo el árabe uno de los idiomas oficiales de Israel.
Por último, ¿qué ocurre con los palestinos de los guetos de Gaza y Cisjordania?. Trabajan en empresas israelíes, bien porque entran y salen a diario del Estado de Israel cruzando los controles militares del gueto (tienen prohibido dormir en el territorio israelí), o bien porque factorías israelíes se han instalado en Cisjordania (vulnerando la legalidad internacional). La respuesta es que esta clase trabajadora nativa de los guetos no existe para Histadrut, ni existe para el Estado de Israel. No tienen derecho a la negociación colectiva, ni a ascensos, ni a pensiones, ni a retribución en caso de accidente de trabajo o enfermedad, se les aplican salarios ínfimos, etc.
Aprovechándose del vacío legal, los empleadores israelíes aplican la negociación individual o una arcaica legislación jordana con la mano de obra palestina de Gaza y Cisjordania. Esta noticia ejemplifica el conflicto laboral durante estos meses en una factoría israelí en territorio ocupado cisjordano. Ante el apartheid que ejerce Histadrut contra los trabajadores palestinos de los guetos, otras organizaciones israelíes como kavlaoved o Maan se encargan de apoyarles y organizarles.
La identificación de Histadrut con la política israelí, o Histadrut como apéndice de Israel
Más allá de su retrato empresarial y laboral racista, hay que subrayar que Histadrut ha apoyado todas las agresiones militares israelíes a gran escala contra el gueto de Gaza: en 2008, 2012 y 2014, con unos 5.000 muertos en total, la cuarta parte niños y niñas. Histadrut las justifica con las mismas palabras que el gobierno israelí, el “derecho de autodefensa de Israel”. Recordemos que los palestinos están encerrados a la fuerza en Gaza, dado que Tel Aviv no les permite regresar a sus hogares y tierras que se encuentran dentro del propio Estado de Israel. De la misma forma Histadrut justificó el criminal asalto israelí en 2010 a la flotilla internacional encabezada por el Mavi Marmara, que buscaba romper el bloqueo al gueto de Gaza. Igualmente ha apoyado todas las agresiones militares de Israel contra otros países vecinos. Hay que destacar que en 2006, el secretario general de Histadrut, Amir Peretz, se convirtió en ministro de Defensa del Partido Laborista y llevó a cabo la brutal guerra de 2006 contra el Líbano.
Histadrut actuaba en representación de la política exterior Israelí y norteamericana operando en nombre de Estados Unidos en países africanos como Zaire y Kenia en los años 60 recibiendo fondos del Departamento de Estado de EEUU. En los años 70 y 80 cooperó con el programa AIFLD de la AFL-CIO y la CIA para socavar las cooperativas rurales en El Salvador en beneficio de la agroindustria intensiva, reprimiendo líderes y organizaciones sindicales autóctonas, pero sobre todo siendo un elemento adicional de la penetración de EEUU e Israel en centroamérica para financiar y apoyar los regímenes dictatoriales de la época o los escuadrones de la muerte de la contrainsurgencia.
Histadrut colaboró con el régimen sudafricano de apartheid. La empresa de acero Iskoor, cuyo 51 por ciento pertenecía a las Industrias Koor de Histadrut, y el 49 por ciento a la Corporación Sudafricana de Acero, fabricó acero para las Fuerzas Armadas de Sudáfrica, ayudó a construir el muro entre Sudáfrica y Namibia, y empresas de Histadrut como Tadiran y Soltam suministraron armamento al gobierno sudafricano, ayudando al régimen afrikaner a sortear el boicot mundial del que era objeto. El régimen sionista de Israel y el régimen de Pretoria eran estrechos socios, dado que compartían ideología supremacista de los colonos frente a los indígenas, e Histadrut formaba parte de esa alianza institucional.
La ruptura de relaciones con Histadrut es un imperativo ético, político y sindical
Ya hemos visto cómo los trabajadores palestinos son uno de los sectores de la población palestina más afectados por los esfuerzos israelíes en socavar la economía palestina con su régimen de colonialismo de colonos y apartheid. En 2005, numerosos sindicatos palestinos fueron miembros fundacionales del movimiento por el Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel, BDS. Este movimiento por el Boicot a Israel ha ido creciendo de forma imparable con los años, a pesar de los esfuerzos israelíes por combatirlo, creando incluso un ministerio específico.
Los sindicatos palestinos, por su parte, formaron la Coalición Sindical Palestina por BDS (Palestine Trade Union Coalition PTUC-BDS). Esta coalición sindical palestina emitió en 2011 una declaración de solidaridad con los sindicatos y clase trabajadora europea que estaba sufriendo las políticas austericidas de la UE, pero además renovaron el llamamiento a los sindicatos internacionales para que se unieran al movimiento BDS, y solicitaron expresamente la ruptura de las relaciones sindicales con Histadrut.
En respuesta a este llamamiento, en septiembre de 2011 el British Trade Union Congress a propuesta de Unite, el más grande sindicato británico, aprobó una resolución pidiendo a todos los sindicatos revisar sus relaciones bilaterales con las organizaciones israelíes, incluida Histadrut. Unite ya había aprobado meses antes su ruptura de relaciones con Histadrut por unanimidad. De la misma forma 27 sindicatos australianos se unieron a la campaña palestina de BDS, respaldando boicots a la industria de asentamientos, embargos de armas y desinversiones. Importantes sindicatos de Sudáfrica, Francia, Noruega, Brasil, Canadá, Irlanda y más países, se han sumado al boicot a Israel en diferentes grados, y también a la ruptura de relaciones con Histadrut. En el Estado español, múltiples sindicatos están adheridos a la campaña BDS.
En estos días de mayo de 2021, en mitad de una nueva masacre contra el gueto de Gaza y ola de represión del régimen contra la población indígena en todo el territorio palestino —incluyendo linchamientos a los súbditos palestinos del Estado de Israel— se ha desarrollado una abrumadora huelga general del conjunto de la sociedad palestina en los tres trozos en que está rota Palestina (Israel, guetos de Cisjordania y gueto de Gaza).
La unidad de la sociedad palestina en la resistencia a la opresión y al apartheid se ha reconstruido tras décadas de esfuerzos por fragmentarla y dividirla por parte de Israel y los países occidentales. Por este motivo, de nuevo los sindicatos palestinos han lanzado una llamada internacional de solidaridad: “para lograr nuestra liberación, necesitamos la solidaridad de nuestras camaradas y amigas del movimiento sindical internacional”, pidiendo medidas urgentes a todas las organizaciones sindicales del mundo. Entre ellas, adherirse al movimiento BDS, solidarizarse con las huelgas palestinas convocando movilizaciones en su apoyo, ayudar en cajas de resistencia o tomando medidas contundentes contra empresas o fondos de inversiones relacionados con Israel.
Es el principio básico de solidaridad internacional contra la opresión. Recíproco al que recibió la lucha de CC OO durante el franquismo y la represión que sufrió, incluido el Proceso 1001, por parte de las fuerzas sindicales internacionales.
Casi 20 años han transcurrido desde que un informe interno de CC OO expusiera que Histadrut, organización aliada de esta central sindical, era cómplice en crímenes de guerra. En 2021, CC OO sigue compartiendo espacios organizativos con Histadrut: ¿Qué va a hacer CC OO?
Liliana Córdova Kaczerginski pertenece a la Red Internacional de Judíos Antisionistas – IJAN
Jaldía Abubakra es integrante del Movimiento de Mujeres Palestinas – Alkarama
Daniel Lobato Bellido es miembro de la Asociación Unadikum de solidaridad con Palestina y Oriente Medio