Ayham al-Salaymeh: El prisionero palestino más joven y el impacto del encarcelamiento infantil bajo la ocupación sionista

El domingo 1 de diciembre de 2024, Ayham al-Salaymeh, un niño palestino de 14 años de Jerusalén, ingresó en las cárceles sionistas para cumplir una condena de un año impuesta por los tribunales de ocupación. Con esto, se convirtió en el prisionero palestino más joven en las prisiones de ocupación. Su padre, Nawaf al-Salaymeh, documentó extensamente el proceso. Ayham ya había pasado 14 meses en arresto domiciliario antes de esta sentencia.

Ayham tenía solo 12 años cuando fue capturado por soldados de ocupación en enero de 2023, junto con sus hermanos y primos: Mustafa, Ahmed, Moataz y Mohammed, todos residentes de Silwan, en la Jerusalén ocupada. Meses después, en mayo de 2023, las fuerzas de ocupación allanaron la casa de la familia Salaymeh durante la madrugada, saqueando sus pertenencias mientras Nawaf grababa. En esa incursión, Ayham, su hermano Ahmed y sus primos Mohammed y Moataz fueron nuevamente arrestados.

El arresto domiciliario, una medida recurrente contra mujeres y niños palestinos en Jerusalén y la Palestina ocupada en 1948, es una forma de represión colectiva. Los niños bajo esta modalidad están aislados de sus comunidades y se ven privados de educación, recreación y contacto social. Las familias, especialmente las madres, enfrentan graves dificultades económicas al verse obligadas a dejar sus empleos para acompañar al niño en casa.

Ahmed, el hermano mayor de Ayham, fue encarcelado durante cuatro meses, siendo liberado en noviembre de 2023 como parte de un intercambio de prisioneros gestionado por la resistencia palestina en Gaza. Sin embargo, tras una nueva ley aprobada en noviembre de 2024 que permite el encarcelamiento de niños menores de 14 años, Ayham fue condenado a 12 meses de prisión, acusado de arrojar piedras a colonos.

La experiencia de Ayham pone de manifiesto la brutalidad del sistema carcelario sionista. Actualmente, hay al menos 270 niños palestinos en prisiones israelíes, 100 de ellos bajo detención administrativa, sin cargos ni juicio. Estas cifras no incluyen a los niños bajo arresto domiciliario, cuya experiencia permanece ampliamente ignorada. Además, muchos niños palestinos son sometidos a malos tratos, torturas y aislamiento antes de ser liberados o enviados a arresto domiciliario.

Nawaf, el padre de Ayham, expresó su preocupación por las condiciones que enfrentará su hijo en prisión, donde se reportan abusos, inanición y negligencia médica. “Mi hijo Ayham pesa 30 kilogramos. ¿Cuánto pesará después de un año en prisión?”, se preguntó con angustia.

Pese a todo, la familia Salaymeh mantiene su firmeza y solidaridad. Nawaf acompañó a Ayham durante su último día en libertad, llevándolo a comer y preparándolo para el invierno, aunque las autoridades penitenciarias rechazaron los artículos que intentaron proporcionar. En sus últimas palabras antes de entregarse, Ayham declaró: “No podré ver a mi familia, pero nos mantenemos firmes en Al-Quds”. Estas palabras reflejan el espíritu de resistencia del movimiento de presos palestinos, que continúa luchando por la liberación de Palestina.

En uno de los videos que Nawaf filmó durante el último día de libertad de Ayham, lo tranquilizó y alentó a verse a sí mismo como parte del movimiento de prisioneros palestinos. Con voz firme, le dijo:
“Todos los prisioneros que están contigo son tus hermanos. Cada uno está encarcelado por su amor a la patria. Dentro de esas paredes, deben permanecer unidos como uno solo. No peleen entre ustedes; cuídense mutuamente. Si un amigo necesita algo, dáselo. Si tú necesitas algo, pídeselo a un amigo. Recuerda que tu único enemigo es el carcelero, el que cierra la puerta de la prisión. Los demás presos son como tú: hermanos dispuestos a dar la vida los unos por los otros. Si surge un problema entre un prisionero y el carcelero, no temas por ti mismo, teme por tu amigo. Confío en ti”.

Ayham, al entrar en prisión para cumplir una sentencia que él y su familia consideran injusta, expresó con valentía: “No podré ver a mi familia, pero nos mantenemos firmes en Al-Quds”. Sus palabras encapsulan la fortaleza del movimiento de presos palestinos, que, generación tras generación, resiste las condiciones más inhumanas, lucha en unidad y transforma las cárceles en espacios de aprendizaje revolucionario. Estos prisioneros, lejos de ser doblegados, orientan su lucha hacia la liberación y el retorno de toda Palestina, desde el río hasta el mar.