“La lucha desde las celdas: El desafío palestino frente a la opresión israelí”

Desde su establecimiento en Palestina, Israel ha construido numerosas prisiones en las que ha confinado a decenas de miles de palestinos y árabes. La cifra total de detenidos desde entonces supera el millón de palestinos. A través de leyes y políticas racistas, Israel ha buscado debilitar la moral de los prisioneros y disuadirlos de continuar su lucha contra la ocupación. Desde el encarcelamiento del primer prisionero palestino hasta hoy, Israel no ha cesado en la búsqueda de métodos y estrategias para someter a los prisioneros, desde el endurecimiento de las condiciones de encarcelamiento hasta el asesinato de algunos de ellos.

Antes de la operación denominada “Diluvio de Al-Aqsa”, Israel ya había dotado de un marco legal a sus prácticas represivas, promulgando leyes diseñadas para acosar a los prisioneros en todos los niveles. Sin embargo, tras los sucesos de octubre de 2023, las políticas israelíes se han radicalizado aún más, pasando del asesinato selectivo al asesinato masivo. Desde 1967 hasta finales de 2023, más de 240 prisioneros palestinos murieron en cárceles israelíes. Durante la guerra de 2023, la cifra de mártires ascendió a 50 prisioneros, cuyas identidades han sido confirmadas, incluidos 30 de la Franja de Gaza. El número total de prisioneros palestinos asesinados desde 1967 asciende ya a 300, según datos verificados.

Tras el estallido de los recientes enfrentamientos, Israel intensificó sus ataques, resultando en la muerte de cientos de prisioneros en Gaza y Cisjordania, aunque no se dispone de un número exacto debido a la desaparición forzada de muchos de ellos. Organizaciones de derechos humanos han documentado que varios prisioneros fueron asesinados mientras estaban encadenados y desnudos. Los informes diarios confirman nuevas muertes de prisioneros en circunstancias que las autoridades israelíes intentan encubrir, negándose a revelar las identidades de las víctimas.

El contraste en el trato a los prisioneros

Un aspecto que no puede pasar desapercibido es la comparación entre el trato que Israel otorga a los prisioneros palestinos y el trato que la resistencia palestina ha brindado a los prisioneros israelíes. A pesar de las condiciones extremas, como el genocidio, el hambre y las masacres en Gaza, la resistencia ha mantenido un trato ético y humanitario hacia los rehenes, según testimonios de los propios prisioneros liberados. Por el contrario, la ocupación israelí ha demostrado una brutalidad sistemática, incluyendo el asesinato de más de 30,000 niños y mujeres palestinas, además de cientos de prisioneros en sus cárceles.

En octubre de 2024, más de 10,000 palestinos permanecían detenidos en prisiones israelíes. Entre ellos, había 270 niños, 100 mujeres, 561 condenados a cadena perpetua, más de 430 que llevan más de 20 años encarcelados, 25 que han cumplido más de 25 años en prisión y 22 prisioneros que fueron encarcelados antes de los Acuerdos de Oslo.

Un llamado desde las cárceles

La liberación de los prisioneros es una causa sagrada para nuestro pueblo. Todos ellos criticaron la prolongada duración de su encarcelamiento, que en algunos casos superó las tres décadas, y exigieron a las organizaciones palestinas actuar con mayor eficacia para su liberación.

Antes de los recientes acontecimientos, el movimiento de prisioneros estaba al borde de una crisis debido a las represalias del Servicio de Prisiones de Israel. Estas acciones provocaron advertencias reiteradas por parte de la resistencia palestina, cuyos líderes políticos, advirtieron que intensificarían sus esfuerzos si Israel no accedía a un acuerdo de canje de prisioneros. Durante la operación de octubre de 2023, la resistencia logró capturar a cientos de soldados, oficiales y colonos israelíes, reteniendo actualmente a más de un centenar de ellos como moneda de cambio para lograr la liberación de los prisioneros palestinos.

El estancamiento de las negociaciones

En noviembre de 2023, se lograron acuerdos de tregua que resultaron en la liberación de numerosos prisioneros palestinos a cambio de rehenes israelíes. Sin embargo, desde entonces, Israel, encabezado por el primer ministro Netanyahu, ha eludido llegar a un acuerdo integral. A pesar de la mediación de países árabes y la presión de Estados Unidos, el gobierno israelí ha optado por prolongar las negociaciones, buscando imponer condiciones desfavorables para la resistencia.

El portavoz de la Casa Blanca declaró el 10 de diciembre de 2024 que Estados Unidos está ejerciendo “fuertes presiones sobre Hamás” para que acepte un acuerdo que favorezca los intereses israelíes. Sin embargo, ceder ante estas demandas significaría un suicidio político para el movimiento y traicionar la causa de los prisioneros palestinos, quienes han resistido décadas de opresión.

El panorama internacional y su impacto

En paralelo, los recientes acontecimientos en Siria, como el colapso del régimen de Bashar al-Assad y la liberación de miles de prisioneros en la prisión de Saydnaya, han servido como distracción mediática de las atrocidades cometidas por Israel contra los prisioneros palestinos. Esta narrativa, promovida por Estados Unidos e Israel, ha desviado la atención mundial, mientras que en las cárceles israelíes persisten la tortura, la desnutrición y el aislamiento extremo.

Entre los casos más alarmantes, se encuentra el uso de cámaras frigoríficas para almacenar los cuerpos de los prisioneros fallecidos, incluso aquellos cuya condena ya había expirado, como el caso del mártir Walid Daqqa.

Un futuro incierto

El camino hacia la liberación de los prisioneros palestinos sigue siendo incierto. Israel ha reconocido, a través de líderes, la necesidad de negociar un acuerdo de intercambio. Sin embargo, las condiciones impuestas buscan debilitar a la resistencia y perpetuar la narrativa israelí de victoria.

Es crucial la causa de los prisioneros palestinos se internacionalice, utilizando todos los mecanismos políticos y mediáticos disponibles para responsabilizar a Israel por sus crímenes. La liberación de los prisioneros no solo representa una victoria política, sino un símbolo de la lucha por la dignidad y los derechos humanos del pueblo palestino.