Tras la presentación del denominado Acuerdo de Paz elaborado por las fuerzas sionistas de EE.UU e Israel, recordamos las palabras de los líderes de la resistencia palestina, desde los años 70 hasta la actualidad, desde Georges Habash hasta Yahya Sinwar, pasando por las múltiples personas de conciencia que pusieron su pensamiento y su cuerpo al servicio de la causa palestina: la lucha por la liberación de Palestina pasa por la derrota del sionismo pero también por la caída del imperialismo estadounidense que lo sostiene. Hoy, con una nueva imposición imperialista sobre la mesa, nos reafirmamos en nuestra posición: no puede haber paz sin la descolonización total de Palestina.
El mundo de las mal llamadas democracias liberales muestra su satisfacción por esta nueva imposición colonial, cuyo objetivo no es otro que proteger al proyecto sionista, ante su imposibilidad de vencer política y militarmente en Palestina por sus propios medios. En el Estado español, hemos visto cómo durante las últimas semanas el foco de la atención mediática y política ha girado hacia Palestina, en un ejercicio burdo de limpieza de conciencia de los representantes del colonialismo institucional que, ahogados por el grito de los movimientos populares, no han tenido otra opción que comenzar a abrir pequeñas grietas en su apoyo cerrado al proyecto sionista. En sus equlibrios calculados, estos gobiernos han sido capaces de admitir que hay un genocidio, pero en ningún momento exigir que un régimen genocida debe ser confrontado o debe desaparecer. Este nuevo Acuerdo y la defensa del mismo por parte del Gobierno del Estado, ha terminado de desenmascarar una posición que nunca tuvo como objetivo apoyar las bases necesarias para la liberación del pueblo palestino, sino establecer las condiciones políticas para el mantenimiento del proyecto sionista e imperialista en los países árabes, y aplacar las voces que comenzaban a surgir en su contra.
Al igual que está sucediendo en Líbano o Siria, el imperialismo se mueve de la mano de la entidad sionista para tratar de desmantelar las fuentes de resistencia ante su proyecto político en la región. Por ello, ante este nuevo intento de reavivar el proyecto de colonizalición de Palestina, es el momento de dar un apoyo cerrado a las fuerzas de la resistencia, que en el ejercicio de su ética política y con la legitimidad del derecho internacional en la mano, se encuentran en el principal frente de confrontación contra el sionismo y el imperialismo. Recordamos las palabras del camarada Georges Ibrahim Abdallah tras ser liberado de las cárceles francesas: “El que resiste es el que tiene la última palabra y el que decide que es lo que se tiene que hacer”. Ninguna potencia extranjera tiene la legitimidad de imponer su destino al pueblo palestino blandiendo una supuesta búsqueda de paz que, sabemos, nunca será tal hasta la desaparición del proyecto genocida que supone el sionismo en la región.
Del mismo modo, reafirmamos que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no representa una alternativa de liberación, sino que funciona como una estructura impuesta y tutelada, que administra la ocupación y busca contener a la resistencia. Nuestra acción política no puede en ningún caso legitimar esa farsa, ni contribuir a normalizar instituciones diseñadas para sofocar la lucha del pueblo palestino
En este momento de extrema complejidad, es cuando el compromiso anticolonial y antiimperialista debe guiar nuestras acciones, y por ello, hacemos un llamamiento a las personas de conciencia, que han demostrado su compromiso con la liberación de Palestina, para que confronten esta nueva manipulación del imperialismo sionista. Hacemos un llamamiento claro y urgente a los gobiernos y a los pueblos comprometidos con la liberación del pueblo palestino para que adopten un apoyo inequívoco y militante a la causa de la descolonización. Esta adhesión debe superar las limitaciones de las demandas liberales y traducirse en presión real sobre las instituciones y los poderes que sostienen la ocupación, y el apoyo firme a la resistencia. La solidaridad internacionalista hoy en día en Palestina, se refleja en el apoyo y el reconocimiento de la legitimidad de las fuerzas de la resistencia, la liberación de todas las presas y los presos palestinos, la descolonización total de Palestina desde el río hasta el mar y el retorno del pueblo palestino en la diáspora.
Nosotras no vamos a felicitarnos por gestos vacíos ni por declaraciones huecas que sirven más a la conciencia europea que a la liberación de Palestina. Es el momento de escalar en las acciones y mantenernos firmes ante el teatro de medidas vacías del que nuestros Gobiernos nos quieren hacer parte: si quieren hablar de armas, que envíen armas a la resistencia palestina y a aquellos que están confrontando el imperialismo sobre el territorio; si quieren hablar de organismos internacionales, que establezcan un Tribunal liderado por los pueblos libres para juzgar a los líderes del sionismo.
Retomamos la palabra de Georges Abdallah: la resistencia es la que tiene la última palabra. Es únicamente el pueblo palestino quien tiene la última palabra, y son los hombres y mujeres que resisten frente al avance de la ocupación y del expansionismo sionista quienes la sostienen día a día.
El terrorismo es un lenguaje colonial que nos negamos a aceptar. No llamaremos “paz” a la rendición ni “diálogo” a la imposición. No avalaremos acuerdos que se limitan a administrar el despojo, ni celebraremos maniobras que buscan desarmar a la resistencia.
Nuestra voz seguirá siendo clara: La “paz” que se extrae de acuerdos como este no es más que complicidad y legitimación del colonialismo. Solo una paz fundada en la justicia material —es decir, en el desmantelamiento del proyecto colonial sionista, el retorno del pueblo palestino en la diáspora y la liberación TOTAL de Palestina desde el río hasta el mar— será legítima.Mientras persistan la ocupación, el despojo y la impunidad, toda supuesta “paz” seguirá siendo un eufemismo del sometimiento y el teatro necesario para prolongar la colonización.
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